Problemas
familiares o de salud, dificultad en el trabajo, fallecimiento de seres
queridos, crisis en la pareja… Está claro que por mucho que tratemos de ignorar
lo externo a nosotros, el entorno nos afecta y no siempre es posible
levantarnos cada mañana con plenitud, alegría y ganas de afrontar el día.
Sin embargo, también es necesario que de vez en cuando
nos paremos a pensar en lo verdaderamente importante y dejemos a un lado
lo insignificante, aquello que nos causa quebraderos de cabeza sin que
realmente afecte a lo más relevante de nuestra existencia. No
es raro que relacionemos nuestras frustraciones e infelicidad
a causas externas, en vez de reflexionar
sobre si el problema reside en nosotros.
Para algunas personas
da exactamente igual que tengan pareja o no, que les vaya bien o mal en el
trabajo o que su entorno sea o no el adecuado, porque pase lo que pase siempre
van a estar descontentos. Preston Ni, coach, profesor, autor y
experto en gestión y administración de empresas, tiene claro que el pesimismo cronico solo sirve para que una persona acabe teniendo más problemas de
salud, infelicidad y una conducta negativa.
1. La conversación autodestructiva
No siempre es fácil ver el vaso medio lleno,
pero quizá deberíamos replantearnos algo si nuestras conversaciones suelen
empezar con un “no puedo…”, “no sé cómo plantear…”, “no valgo para…”. Actuando
así nos acabamos convirtiendo en nuestro peor enemigo.
2. No esperar nada de nadie
Hay quien se plantea que una solución ante los
problemas pasa por esperar poco de la vida y del resto de personas. Convertirse en alguien tan sombrío impide disfrutar de los pequeños, y
a la vez tan grandes, momentos que nos brinda la vida.
3. La comparación negativa
Las comparaciones
son odiosas. Por mucho que destaquemos en algo, siempre va a haber alguien
mejor. Qué otra persona es más brillante
en el trabajo y que alguien más tiene una casa más grande, probablemente acabamos
convirtiéndonos en unas personas llenas de envidia. Somos más afortunados de lo
que creemos y siempre es más gratificante mostrar aprecio por lo que
tenemos que sentirnos molestos por aquello de lo que no disponemos.
4. Vivir en el pasado
No, el pasado no es ni mejor ni peor, simplemente es
diferente, debemos aprender del pasado, pero nunca
quedarnos atrapados en su recuerdo.
5. La culpa siempre es del otro
Siempre vamos a encontrarnos con personas difíciles,
con las que nos llevemos mal. Un error muy común es culpar a
esta gente de todos nuestros males. “La
clave reside en convertirnos en una persona proactiva, no reactiva”.
6. El victimismo
Conflictos familiares en la infancia, graves problemas
de salud… Es cierto que hay algunos hechos que son tan traumáticos que será
imposible no cargar con ellos durante nuestra vida, pero también debemos darnos
cuenta de que existen infinitas historias de superación personal. “El
victimismo genera una falsa ventaja al servir como justificación para nuestras
insatisfacciones”, pero en realidad solo alarga la amargura y la
impotencia.
7. La lucha por perdonarse a un mismo
Todos cometemos errores y a veces no es sencillo
asimilarlos, pero debemos asumir los fallos y aprender de
ellos, no convertirlos en una barrera que nos impida avanzar. La autoexigencia
es buena, la fustigación no.
8. El miedo al fracaso
A nadie le gusta la sensación de fracaso, pero
antes o después vamos a encontrarnos ante un desafío del que no sabremos si
será posible salir airosos. Evitar a toda costa estas situaciones sólo nos va a
limitar, impedir que avancemos y no saber observar nuevos horizontes que quizá
nos abran un amplio abanico de posibilidades. No es sencillo, pero no hay mayor fracaso que no
intentarlo.
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